sábado, 18 de mayo de 2013

Seres humanos (*)


               
                Quienes presenciamos la confesión del ex-oficial de la Armada Adolfo Scilingo a través de los distintos medios, no hemos podido escapar a la perplejidad y al impacto emocional que generaron sus revelaciones.
                Re-velación en todo el sentido del término, en tanto descubrimiento de lo previamente velado, de lo que se ha ocultado.
                Porque si bien los hechos relatados por Scilingo han sido fehacientemente comprobados con anterioridad, es ésta la primera vez que los mismos son reconocidos por parte de un ejecutor, de boca de uno de los victimarios de las desapariciones (esto es: la muerte negada) -  previa tortura  - de miles de personas, de miles de seres humanos. 
                Mucho se ha hecho en el campo de la psiquiatría y psicología en cuanto a las consecuencias que padecen las víctimas de los más crueles y aberrantes actos lesivos a la condición humana. Numerosos estudios, investigaciones y una vasta experiencia (y aquí la palabra "vasta" no es un mero eufemismo) en la atención a sobrevivientes de los tantos genocidios y / o guerras "sucias" que han asolado a la humanidad, posibilitaron la comprensión y el abordaje de las múltiples secuelas que deben sobrellevar y afrontar quienes vivieron el espanto en carne propia.
                Pero poco es lo que se ha hecho en cuanto al esclarecimiento de los motivos que posibilitaron la organización y planificación racional de la destructividad de parte de los seres humanos hacia sus semejantes y el modo de evitar la reiteración de situaciones similares.
                "Somos seres humanos y los que tirábamos eran seres humanos", dice Scilingo en la entrevista con Mariano Grondona.
                Ni extraterrestres, ni monstruos, ni animales: seres humanos son los que han cometido y cometen las más siniestras vejaciones a sus semejantes.
                Seres humanos muy singulares, sin lugar a duda.
                Los Psicópatas ( a los que no se debe confundir con los psicóticos ) son individuos que padecen un severo trastorno de la personalidad.
                Entre sus principales características se pueden señalar: la intolerancia a la frustración y a la angustia, la tendencia a la acción como sustituto de la incapacidad de pensar, la anestesia afectiva y emocional encubiertas por la racionalización, la ausencia de sentimientos de culpa y por lo tanto de la capacidad de arrepentimiento, la subyacente extrema dependencia (detrás de la aparente autoseguridad y omnipotencia) hacia los demás - en tanto objetos concretos de sus necesidades y fantasías más perversas quienes son manipulados según sus conveniencias, la incapacidad de amar debido a la agresividad destructiva que contienen (sadismo), entre otras.
                Imposibilitados de asumir sus propios conflictos, se relacionan persecutoriamente con la realidad, a la cual no discriminan objetivamente.
                "Locos lúcidos" o "inmorales sociales" según la terminología con que intentaba definirlos la psiquiatría clásica, las personalidades psicopáticas son concientes - y esto los diferencia de los psicóticos - de sus actos, es decir que comprenden la naturaleza de los mismos, por lo que son imputables desde el punto de vista jurídico. Dicho en otras palabras: saben que están haciendo daño, que están cometiendo una maldad, motivo por el cual necesitan sustentar sus conductas en "razones" de distinta índole (ideológicas, políticas, religiosas, etc.) que les sirva de justificación.
                Hacen lo que hacen "porque no queda otro remedio", "obligados por las circunstancias", "porque alguien tiene que hacerlo", encontrando el terreno fértil para canalizar su patología en el campo de la delincuencia, en las guerras o en cualquier situación que les brinde una cobertura para prestar sus "desinteresados servicios". En definitiva: siempre se ven obligados a "actuar" (en el "fondo" son buenas personas)
                Todo lo hacen por el "bien" de los demás: de sus esposas, de sus alumnos, de sus pacientes, de sus ciudadanos, de su Patria, en nombre de Dios o de Alah, del orden o de la justicia. Lo hacen por "amor" (Videla dixit).
                Cuando no se cumplen sus objetivos, sea por falta de posibilidades o porque los argumentos que justifican sus actos se diluyen, caen en severos desequilibrios que intentan controlar mediante conductas adictivas - alcohol u otras sustancias depresoras -, o bien buscando nuevas situaciones que les permita seguir "en acción". Caso contrario, corren el riesgo de derrumbarse psicológicamente.
                Pero son las acciones psicopáticas social e institucionalmente organizadas y justificadas las que más dolor han infligido a la humanidad.
                Aquellas que periódicamente se hacen presentes en la historia, como para constatar la evidencia de cuanto queda por hacer para transformar a ésta en una sociedad más sana.
                Tal vez parte de la solución estribe en hacer todo lo posible para impedir que este tipo de seres humanos detenten el destino de los pueblos, o al menos de que ocupen funciones de poder, por el cual tienen una particular apetencia.
                O en todo caso, como seres humanos que son,  que sepan que les cabe la responsabilidad de sus actos, el castigo de la justicia, el repudio de la comunidad y de la historia.
                Y a los que los promueven, justifican o son cómplices de que estos seres humanos lleven a cabo tan deleznables atrocidades, también.

Dr. Miguel Angel de Boer

(*) Marzo, 15/03/95 , publicado en diversos medios gráficos