domingo, 24 de junio de 2012

Visita a la ex D2

Hace algunos días tuve la oportunidad de regresar –esta vez de visita– luego de mas de 35 años, al que fuera el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba, luego conocido como D2, uno de los mas siniestros Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio de la dictadura genocida que asaltó el poder en 1976 en la Argentina.


Sede ahora de la Comisión y Archivo Provincial de la Memoria (www.apm.gov.ar) , recorrí nuevamente los lugares donde fui detenido y apaleado (también fue apresada mi esposa y compañera, María Haydée Rabuñal, la Flaquita) a manos de torturadores como Raúl “Sérpico” Bucetta, quien recién comenzaba su despiadada “carrera” como feroz genocida (algún día relataré los pormenores de mi encuentro con este pusilánime) y el entonces Comisario Raúl Pedro Telleldín (y también miembro del Comando Libertadores de América, versión cordobesa de las AAA, Alianza Anticomunista Argentina, y que posteriormente quedaría a cargo del Centro)

Eran los días del Navarrazo, cuando el Jefe de Policía Antonio Navarro depuso al Gobernador Obregón Cano y al vice-gobernador Atilio Lòpez (luego asesinado por la AAA o Triple A) con la participación de grupos civiles, burócratas sindicales y la anuencia del entonces Presidente de la Nación General Juan Domingo Perón.

No voy a entrar en los pormenores de lo que viví en el Cabildo (o en el Pasaje, pues se encuentra ubicado en el Pasaje Santa Catalina, que lo separa de la Catedral ) como le decíamos entonces, porque me importa ahora compartir lo que experimenté en esta ocasión.

Ya en dos oportunidades había “pasado” por este lugar. Una cuando todavía estaba instalada la dictadura y la segunda cuando ya había advenido la democracia, pero donde aún seguía funcionando la dependencia policial.

Esta vez pude entrar y, como dije, recorrer el lugar. Fui atendido por una joven, cuyo nombre no recuerdo, el primer día, donde pude permanecer solo algunos minutos, y por el joven Gonzalo Parodi, miembro del Área Investigación, el segundo día, a quien le agradezco el respeto y la contención que me brindó, a más de la información que intercambiamos y datos que encontró de nuestra detención en aquel entonces.

Es muy difícil transmitir lo que sentí al ver los lugares donde fui torturado – como la cocina y el patio de atrás que aún conserva la pintura verde, descarada, que tenía entonces. Los pasillos, la escalera de madera por la que intenté fugarme (seguramente también algún día será motivo de un relato). Lugares y vivencias que fueron fuente de pesadillas que me acosaron durante años buscando atenuar su efecto traumático en mi vida. Mucho mas la emoción sabiendo todo lo que acontenció después, donde cientos de personas fueron masacradas sistemáticamente del modo mas cruel.

Me pareció increíble haber estado allí. Por eso creo que necesité ir mas de una vez. Y, aunque parezca mas increíble todavía, tomé plena conciencia cuando Gustavo me mostró en carpeta manuscrita de la època con mi nombre y el de la Flaquita, bajo el rótulo de “Registro de Extremistas” (la palabra subversión todavía no se había impuesto), donde también figuran el de muchos amigos y compañeros conocidos, varios de ellos muertos o desaparecidos.

En circunstancias como ésta, uno recorre la existencia toda, pero principalmente la que tiene que ver con los hechos vinculados a tan tremenda experiencia.

Recordé mi niñez, mi adolescencia, mis años de juventud estudiando medicina. Las luchas de entonces, el Cordobazo, las tomas del Clínicas, la alegría de emprender el cambio junto “a la clase obrera y el pueblo”. Tosco, Sitrac y Sitram, la Revolución y el Che. El Hombre Nuevo. Utopías a las que apostábamos y nos jugábamos de cuerpo entero. Cuando las palabras honestidad y compromiso nos ensalzaban como seres humanos, y todo lo que nos importaba era ser mejores cada día para hacer de ésta una sociedad mas justa. Claro que me acordé de la Flaqui (ahí allí una foto de ella). Claro que brindé por ella y por los compañeros, tantos, de ruta. Y también por mis viejos, mis hijos, mi familia, mis seres queridos. Por todos.

Y sentí que seguimos vivos.

Y mi corazón se hinchó de emoción y alegría.



Miguel Angel de Boer



Junio 2012





Nota: en las fotos de las copias donde figuran mi nombre y el de Mary, han sido borradas las de las otras personas, por un criterio de resguardo de información de la Comisión.